Iglesia Luz de Fe y Esperanza – Ministerios ILFEC

Puntos doctrinales

DIOS:
JESÚS:
ESPÍRITU SANTO:

Dios es el Creador soberano y eterno del universo, manifestado en la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas en un solo Dios. Él es amoroso, justo, misericordioso y fiel en todo momento. La Biblia nos enseña en 1 Juan 4:8: ‘El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.’ Esta revelación nos muestra que la esencia de Dios es amor, y su naturaleza divina se manifiesta en su amor hacia la humanidad, ofreciendo redención y reconciliación a través de Jesucristo, y su guía constante a través del Espíritu Santo.

Jesús es el Hijo unigénito de Dios, completamente Dios y completamente humano. Él vino al mundo como el Salvador prometido, para reconciliar a la humanidad con Dios. La Biblia nos enseña en Juan 3:16: 'Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.' Este versículo subraya el amor inmenso de Dios al enviar a su Hijo, Jesucristo, como la encarnación de su amor y gracia, ofreciendo la salvación y la vida eterna a todos los que creen en Él.

Jesús es el Verbo hecho carne. La Biblia nos enseña en Juan 1:14: 'Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.' Esta declaración nos revela que Jesucristo es Dios, la expresión suprema de Su amor y verdad, quien vino a la tierra para mostrarnos el camino hacia el Padre, revelando Su gloria y proporcionando gracia y verdad a la humanidad.

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, quien mora en los creyentes como Consolador, Guía y Fuente de poder Espiritual. Jesús enseñó en Juan 14:26: ‘Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.’ Esta promesa nos muestra que el Espíritu Santo es enviado por el Padre y el Hijo para instruirnos, guiarnos en la verdad y recordarnos las enseñanzas de Jesús, fortaleciendo nuestra fe y relación con Dios.

LA TRINIDAD:
LA BIBLIA:
LA IGLESIA:

La Trinidad es la enseñanza fundamental en un solo Dios existente en tres personas coeternas y coiguales: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. La Biblia nos enseña en Mateo 28:19: 'Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.' Esta declaración de Jesús resalta la naturaleza triune de Dios, siendo una revelación de la forma en que el Dios único se revela a la humanidad: como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Biblia es la Palabra inspirada por Dios, infalible y autoritativa para la fe y la práctica cristiana. La Biblia misma declara en 2 Timoteo 3:16: 'Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.' Esta afirmación nos muestra que la Biblia es un regalo de Dios para la humanidad, siendo la guía divina que nos instruye, reprende, corrige y nos equipa para vivir en justicia conforme a la voluntad de Dios.

La Iglesia es descrita en la Biblia como el cuerpo de Cristo (Efesios 1:22-23), donde cada creyente desempeña un papel vital, siendo parte de un todo interconectado dirigido por Cristo, quien es la cabeza. También se representa como el templo espiritual (1 Pedro 2:5), donde los creyentes son piedras vivas edificadas para ser un lugar santo para la presencia de Dios. Además, se describe como la novia de Cristo (Apocalipsis 21:2), ilustrando la relación íntima y la unión eterna entre Jesús y la Iglesia. La Iglesia es un organismo vivo, una comunidad de creyentes redimidos, unida por la fe en Jesucristo, guiada por el Espíritu Santo y llamada a cumplir el propósito divino de proclamar el Evangelio, edificar a los creyentes y glorificar a Dios en unidad y amor.

LA CAÍDA:
LA SALVACIÓN:
PUNTOS ACERCA

La caída del ser humano se remonta al relato bíblico en Génesis, donde el hombre, creado a imagen de Dios, desobedeció el mandato divino, introduciendo así el pecado y la separación de Dios en la humanidad (Génesis 3:6-7). Esta desobediencia resultó en la entrada del pecado en el mundo, causando la ruptura de la comunión entre Dios y el ser humano (Romanos 5:12). Como resultado, toda la humanidad ha sido afectada por el pecado, experimentando la separación espiritual de Dios y la inclinación hacia el mal (Romanos 3:23). Sin embargo, a pesar de la caída, Dios en su amor y gracia proporcionó la redención a través de Jesucristo, ofreciendo la reconciliación y la esperanza de restauración para aquellos que creen en Él (Romanos 6:23).

La salvación es el regalo ofrecido por Dios a la humanidad caída, manifestado a través de Jesucristo, quien murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó para ofrecer perdón y vida eterna a todo aquel que cree en Él (Juan 3:16). La salvación es un acto de gracia divina, no por obras humanas, sino por fe en Jesucristo como Salvador y Señor (Efesios 2:8-9). Al arrepentirnos de nuestros pecados y aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal, somos reconciliados con Dios, recibimos el perdón de pecados y la promesa de vida eterna (Hechos 4:12). La salvación no solo es un evento inicial, sino un proceso continuo de transformación donde el Espíritu Santo trabaja en nosotros para conformarnos a la imagen de Cristo (2 Corintios 5:17). Es el don más precioso que Dios ofrece a la humanidad, brindando esperanza, paz y restauración con Dios.

Entendemos que aceptar a Jesús va más allá de simplemente pronunciar palabras. Implica un arrepentimiento genuino y una transformación interna. Creemos que el verdadero arrepentimiento es clave para recibir la salvación. Esto implica un cambio de mente y corazón, apartándonos del pecado y volviéndonos hacia Dios. La Biblia nos enseña en Hechos 3:19: ‘Arrepiéntanse, pues, y vuélvanse a Dios para que sean borrados sus pecados.’ Esto resalta la importancia del arrepentimiento verdadero como parte integral de aceptar a Jesús. Al reconocer nuestros pecados, apartarnos de ellos y volviéndonos hacia Dios en fe, experimentamos el perdón y la redención que Jesucristo ofrece.

  1. Depravación Humana
  • Reconocemos el impacto del pecado en la humanidad, mas enfatizamos la capacidad inherente de las personas para responder a la gracia de Dios. A pesar del pecado, creemos que los seres humanos tienen la capacidad de elegir aceptar la oferta de salvación de Dios.
  • Escritura: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.” - Tito 2:11
  1. La Elección
  • Enfatizamos el deseo de Dios de que todos sean salvos y creemos que la elección se basa en el conocimiento previo de Dios sobre los individuos que lo elegirán libremente. La salvación está disponible para todos los que aceptan a Jesucristo como su Salvador.
  • Escritura: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.” - Romanos 8:29
  1. La Expiación:
  • Enseñamos que el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz está disponible para todas las personas y que la salvación se ofrece universalmente. Creemos que el sacrificio de Cristo tiene el potencial de redimir a cualquier persona que crea, en lugar de estar limitado a un grupo específico.
  • Escritura: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” - 1 Juan 2:2
  1. La Gracia:
  • Enfatizamos la importancia del libre albedrío del individuo para responder a la gracia de Dios. Aunque afirmamos la obra capacitadora del Espíritu Santo, creemos que la gracia de Dios puede ser resistida por la elección de uno mismo.
  • Escritura: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo.” - Hechos 7:51
  1. Perseverancia de los Santos:
  • Reconocemos la seguridad de salvación del creyente, pero enfatizamos la importancia de continuar en la fe y la relación con Dios. Creemos que aunque la salvación es segura, los individuos tienen la capacidad de apartarse de Dios por su propia elección.
  • Escritura: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” - Mateo 24:13
LA APOSTASÍA:
USO DE MANTELINA:
LA ALABANZA

La apostasía se refiere a la acción de abandonar la fe y apartarse de la verdad de Dios revelada en las Escrituras. La Biblia advierte sobre el peligro de apartarse de la fe genuina y advierte sobre los peligros espirituales de alejarse de la verdad de Dios (1 Timoteo 4:1). Aunque la gracia de Dios es inmensa y perdona nuestros pecados, existe la posibilidad de que alguien que haya profesado la fe en Cristo pueda apartarse voluntariamente y rechazar continuamente la obra del Espíritu Santo en su vida (Hebreos 6:4-6). Sin embargo, la Biblia también enseña que aquellos que verdaderamente han sido salvados por la fe genuina en Jesucristo, están seguros en la mano de Dios y Él los guarda firmemente (Juan 10:28-29). La exhortación es perseverar en la fe, confiando en la gracia de Dios, manteniendo una relación íntima con Él y siendo fortalecidos por su Espíritu para resistir la apostasía.

Como creyentes enseñamos la práctica de los cobertores para la cabeza entre las mujeres como una demostración de reverencia y respeto en el contexto de la oración y la adoración, guiados por 1 Corintios 11:5: ‘Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su propia cabeza, porque es como si se rapara.’ Este versículo indica que cuando las mujeres no cubren sus cabezas durante la oración o la profecía, representa una falta de respeto hacia la estructura de autoridad establecida por Dios. Al no cubrirse la cabeza, puede causar vergüenza o deshonra a su cabeza espiritual, lo que puede interpretarse como una alteración del orden divino dentro de la iglesia y la familia. Por lo tanto, para nosotros, esta práctica simboliza respeto, reconoce la autoridad espiritual y honra el orden establecido por Dios.

La alabanza y la adoración ocupan un lugar central en nuestra fe. Creemos en la importancia de la adoración genuina, donde expresamos amor, gratitud y entrega a Dios. La alabanza es la manifestación de nuestra alegría y agradecimiento a Dios por Su amor, gracia y bondad. La adoración va más allá, es un acto de rendición total, exaltando a Dios por Su grandeza y majestad. Nos guiamos por versículos como Salmos 100:4: ‘Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre’. A través de la alabanza y la adoración, buscamos la comunión con Dios, permitiendo que Su Espíritu nos transforme y fortalezca nuestra relación con Él.

LOS DONES
BAUTISMO ESPÍRITU
LA LLENURA

Creemos firmemente en los dones del Espíritu Santo, los cuales son otorgados por Dios para edificar y fortalecer a la Iglesia. Basamos nuestra comprensión en pasajes como 1 Corintios 12:4-11, donde se mencionan varios dones dados por el Espíritu Santo, como la sabiduría, la fe, los dones de sanidad, el hacer milagros, la profecía, el discernimiento de espíritus, la diversidad de lenguas y la interpretación de lenguas. Estos dones son herramientas poderosas para la edificación espiritual y el servicio a los demás. Creemos en la actualidad y relevancia de estos dones en la vida de la Iglesia hoy, buscando su manifestación para la gloria de Dios y el beneficio del cuerpo de Cristo.

El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia vital y transformadora. Basamos nuestra creencia en la promesa de Jesús a sus discípulos en Hechos 1:5: 'Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días'. Creemos que esta experiencia, a menudo acompañada por la manifestación inicial del hablar en lenguas, es una capacitación divina que capacita a los creyentes para un servicio más efectivo, fortaleciendo su relación con Dios y otorgando poder para ser testigos de Cristo en todo el mundo. El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia continuada por la búsqueda del poder y la presencia de Dios en nuestras vidas.

Ser llenos del Espíritu Santo implica una vida caracterizada por la manifestación del fruto del Espíritu, como se menciona en Gálatas 5:22-23: ‘Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza’. Creemos que ser llenos del Espíritu Santo resulta en la manifestación de estas cualidades en nuestras vidas, reflejando la naturaleza de Cristo. Esta experiencia continua no solo implica una capacitación divina para el servicio, sino también una transformación interior evidenciada por un carácter que refleja el amor, la paz, la bondad y la paciencia. Buscamos ser llenos del Espíritu Santo, anhelando vivir vidas que manifiesten el fruto del Espíritu como señal de Su presencia y trabajo en nosotros.

BAUTISMO AGUA
SER DISCÍPULO:
LA SANTA CENA:

El bautismo en agua es una práctica esencial para los creyentes. Basamos nuestra creencia en la enseñanza de Jesús en Mateo 28:19: ‘Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo’. Creemos que el bautismo en agua es una declaración pública de la fe personal en Jesucristo como Salvador y Señor. Este acto simboliza la identificación del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, así como su nueva vida en Cristo. Consideramos el bautismo en agua como un paso de obediencia y testimonio público de la fe interior, siendo una experiencia significativa en el camino espiritual del creyente.

El discipulado es un componente fundamental de seguir a Jesucristo. Creemos que el discipulado implica seguir a Jesús, aprender de Él, y ser transformados a Su semejanza. Esto incluye crecer en conocimiento de la Palabra de Dios, desarrollar un carácter que refleje a Cristo, y compartir el Evangelio con otros. Consideramos que el discipulado es un proceso continuo de crecimiento espiritual, en el cual los creyentes son equipados para vivir vidas que glorifiquen a Dios y alcancen a otros con el mensaje de salvación.

La Cena del Señor es un momento sagrado y significativo en nuestra adoración como iglesia. Basados en la enseñanza bíblica de la Última Cena que Jesús compartió con Sus discípulos, celebramos este acto de comunión como un recordatorio del sacrificio de Cristo por nosotros en la cruz.

Animamos a los participantes a acercarse con corazones preparados, en un espíritu de reverencia y adoración, reconociendo el significado profundo de este acto de recordar y proclamar la muerte y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo.”

ORDEN DONES
LOS MINISTERIOS:
LOS APÓSTOLES:

La comprensión del orden en el uso de los dones en el contexto de la iglesia se basa en la orientación bíblica encontrada en 1 Corintios 14. Creemos en la importancia de ejercer los dones del Espíritu de manera edificante y ordenada. Según este pasaje, se enfatiza la importancia de la profecía sobre el hablar en lenguas, a menos que haya alguien presente que pueda interpretar las lenguas para edificación. Se destaca el valor de la enseñanza y la revelación clara y comprensible para el beneficio de la congregación. Este enfoque promueve un ambiente en el que todos sean edificados y alentados, y donde el Espíritu Santo opere en armonía y orden para el crecimiento espiritual de la comunidad de creyentes.

Entendemos que el hablar en lenguas para la edificación personal se basa en la enseñanza bíblica encontrada en 1 Corintios 14:4: “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica…” Creemos que el hablar en lenguas es un don del Espíritu Santo que puede fortalecer y edificar a la persona que lo ejerce en su vida de oración y relación personal con Dios. Esta práctica espiritual permite una comunicación directa y profunda con Dios, fortaleciendo la vida espiritual, proporcionando consuelo y renovación interior.

Los cinco ministerios mencionados en Efesios 4:11 (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros) son considerados dones dados por Cristo para el equipamiento y edificación de la Iglesia. Creemos que estos ministerios son personas llamadas por Dios y capacitadas por el Espíritu Santo para desempeñar roles específicos en el cuerpo de Cristo.

 

- Los apóstoles establecen y fundan iglesias, además de ejercer autoridad espiritual y brindar dirección.

- Los profetas comunican la voluntad de Dios, advierten, consuelan y edifican a la Iglesia mediante la revelación divina.

- Los evangelistas llevan el mensaje del Evangelio a los no creyentes y facilitan la conversión a Cristo.

- Los pastores cuidan, alimentan y guían a la congregación en su crecimiento espiritual.

- Los maestros instruyen en la Palabra de Dios, proporcionando entendimiento y enseñanza bíblica.

 

Estos ministerios operan para equipar a los creyentes para la obra del ministerio y la edificación del cuerpo de Cristo, a fin de alcanzar la madurez espiritual y la unidad en la fe.

Reconocemos que el término “apóstol” puede tener diferentes connotaciones en la iglesia actual en comparación con los apóstoles originales que caminaron con Jesucristo. Creemos que los apóstoles originales, como los doce discípulos y figuras como Pablo, fueron designados personalmente por Jesús y jugaron un papel único en el establecimiento de la Iglesia primitiva, testificando personalmente de la resurrección de Cristo.

A diferencia de los apóstoles originales que fueron comisionados por Jesús mismo, hoy en día, algunos creyentes son reconocidos como apóstoles en un sentido más amplio, entendiendo que son enviados por el Espíritu Santo para plantar iglesias, establecer ministerios y ejercer una influencia significativa en el cuerpo de Cristo. Estos apóstoles contemporáneos no ocupan la misma función que los apóstoles originales que caminaron con Jesús y presenciaron Su ministerio terrenal.

Se cree que los apóstoles actuales son instrumentos del Espíritu Santo, comisionados para llevar a cabo tareas específicas en la expansión del Reino de Dios. Reconocemos que su función puede variar, y su autoridad y posición en la Iglesia son entendidas de manera diferente en diferentes tradiciones y contextos, pero generalmente no son como los apóstoles originales en términos de su papel histórico y función.